Tribuna de Ezequiel San Emeterio, Presidente de Unión Profesional Cantabria
Ha sido noticia estos días las dificultades que tiene la hostelería para encontrar camareros. Los bajos sueldos y las jornadas interminables hacen que la profesión no sea atractiva. Es paradójico que con los niveles de paro que tenemos en Cantabria no se cubran estos puestos de trabajo.
También ha sido noticia la falta de “vocaciones” en la Ingeniería española. El futuro de Europa se escribe en clave técnica y es una realidad que la revolución industrial en la que estamos y las que vendrán, se cimentarán en el conocimiento técnico y tecnológico.
¿Qué es lo que está pasando para que los españoles renunciemos a ciertos nichos de trabajo, presentes y futuros?
En ambos casos parece que hay una base común. El esfuerzo, o sobreesfuerzo, que requiere el ejercicio de ambas profesiones y la falta de reconocimiento económico que los retribuya adecuadamente. También se argumenta que nos estamos volviendo más “disfrutones” y que queremos llevar una vida más tranquila, con nuestros fines de semana libres, horarios razonables y vacaciones en verano. Supongo que quienes apuntan estos motivos están acertados.
En cualquier caso, no creo que el problema de los camareros y de los ingenieros sean dos casos aislados. Medicina, enfermería, abogacía, economía y empresariales y otras titulaciones viven situaciones similares. El esfuerzo y dedicación que exige el desempeño de su profesión no parece que se vea recompensado de manera adecuada.
Los Sindicatos luchan por unos derechos que dignifiquen las condiciones de los trabajadores y los Colegios Profesionales, agrupados en Unión Profesional también estamos listos para hacer lo mismo.
No sé si España, o Cantabria en concreto, es consciente de la situación, pero la “ciudadanía de a pie” tiene muy claro que hay ciertas profesiones a los que no merece la pena dedicarse y, por cierto, muchos de esos camareros son, además, titulados superiores. Y no digo más.