Eugenio Sánchez. Departamento de Economía de Unión Profesional.
«La teoría económica no ofrece una respuesta clara acerca del efecto de largo plazo de los efectos del progreso tecnológico sobre el empleo». Es una de las consideraciones principales que expone en su reciente artículo sobre el impacto económico de la automatización Robert Skidelsky, profesor emérito de economía política de la Universidad de Warwick.
Este debate, que cada vez cobra mayor relevancia y alarmismo en la economía y los diferentes sectores, invita a aproximarnos en nuestro caso, a realizar algunas reflexiones sobre el subsector de servicios profesionales. A priori, en la medida que la prestación de estos servicios es intensiva en conocimiento, ello imprime su carácter genuino en relación al resto de ámbitos industriales o, inclusive, dentro del sector terciario, lo que puede hacer parecer que el componente de capital tecnológico no es tan determinante.
Sin embargo, el ejercicio profesional cada vez se apoya más en la tecnología mediante la inversión y el empleo en medios y recursos para incrementar su precisión en la labor de diagnóstico y tratamiento que reciben los clientes y pacientes. Como muestra, basta citar las profesiones sanitarias, técnicas de arquitectura o ingenierías, o incluso legales, entre otras, que a partir de herramientas físicas y virtuales más avanzadas logran ya una reducción de tiempos en la prestación, aumentos en la exactitud de su labor, e incrementos en su productividad.
De tal manera, aunque pueda deducirse que este subsector de servicios estaría más vinculado a innovaciones de proceso, lo cierto es que quizás está más asociado a las innovaciones que crean empleo. Ello es así, puesto que la progresiva introducción de mayor tecnología proviene de los nuevos bienes intermedios en formato de software o aparatos de análisis y cálculos más complejos que utilizan las profesiones en su ejercicio. Por ello, hablaríamos de un subsector que, en principio, generaría empleo indirecto en las nuevas industrias relacionadas a las que se demandan nuevos bienes y servicios que mejoran las prestaciones profesionales. Además, la presumible aparición de nuevos servicios, enmarcada dentro de las innovaciones de producto debido a la creciente complejidad de las relaciones de las personas, empresas y entidades en áreas sociales, económicas y técnicas, etc. supondría esperar un crecimiento en el empleo de las profesiones.