El Colegio de Psicología cierra nuestra temporada en Teiba hasta septiembre. Es entonces cuando nos invitan a participar de sus Jornadas de Psicología Emocional para una educación saludable.
La inteligencia emocional ha generado un gran interés en ámbitos tan diferentes como las neurociencias, la salud mental, los recursos humanos y la educación.
No hay momento en el que el mundo de las emociones no surja como un elemento explicativo de casi todo lo que ocurre a nuestro alrededor, nuestra propia conducta, la educación de nuestros hijos e hijas, las relaciones interpersonales en la escuela, las relaciones de pareja, de amistad, en el trabajo…
La inteligencia emocional es la capacidad que nos permite percibir, comprender y regular las propias emociones y las de los demás. Lo ideal, por tanto, es tener habilidad emocional tanto a nivel personal como a nivel social.
Todas las personas tenemos esta competencia, en mayor o menor medida, y todos podemos aprender a desarrollarla, siempre que utilicemos los medios adecuados para hacerlo. El dominio de nuestra aptitud para percibir, comprender, usar y regular nuestras emociones y las de los demás es una cuestión de práctica que se consolida y potencia durante toda la vida.
Los niños y niñas del siglo XXI necesitan más ser que saber, partiendo de la base de que para ser es necesario saber. Saber elegir de forma autónoma y responsable, saber pensar de forma crítica a la vez que creativa y disciplinada. Saber trabajar en equipo. Saber seleccionar la información y hacer que el conocimiento se convierta en sabiduría. Solo así se convertirán en adultos equilibrados.
En palabras de Ignacio Morgado el mal llamado “equilibrio emocional” no consiste tanto en victorias o imposiciones racionales, ni en la represión o el control de las propias emociones, como en el encaje o acoplamiento entre nuestras emociones y nuestro razonamiento, o sea, en un equilibrio entre diferentes procesos mentales”.
