El abogado, árbitro y mediador internacional imparte en Santander una charla sobre el futuro de las profesiones, organizada por Unión Profesional Cantabria
El abogado, árbitro y mediador internacional, Javier Fernández-Samaniego, ha apostado por que los profesionales “aprovechen” el fenómeno de la globalización y las últimas tecnologías como “una oportunidad de futuro”, aunque ha reconocido que, en estos momentos, “muchos sectores profesionales” lo puedan considerar como “una amenaza”.
Fernández-Samaniego también ha considerado que es “fundamental” adaptarse al cambio que ambos fenómenos, junto a la “democratización del conocimiento”, están generando en el modo de entender y ejercer las profesiones, en las que “muchísimas de sus tareas” se han automatizado y “seguirán haciéndolo de manera irreversible” ante la “fuerte” irrupción de la inteligencia artificial y la robótica en las actividades profesionales.
Este abogado, experto en Derecho de las Nuevas Tecnologías y Arbitraje, mediación y resolución de conflictos internacionales, ha realizado estas afirmaciones en la charla-coloquio titulada “Profesionales, bienvenidos a nuestro futuro”, que ha ofrecido este miércoles en la Fundación Caja Cantabria y que ha organizado Unión Profesional Cantabria, asociación que agrupa a 25 colegios y a cerca de 17.000 profesionales en la comunidad autónoma.
Para este abogado, la forma en la que se entendía el ejercicio de las profesiones y el gran pacto social que les dio cabida “se ha acabado” y, en buena parte, esto se debe a factores diversos, como la democratización del conocimiento, que “antes era monopolio de unos pocos”, o a la aparición de “alternativas” al prestador de servicios profesionales.
Ello ha sido posible debido a la “gran” revolución digital en la que estamos inmersos, que ha permitido la aparición de alternativas, nuevos modelos profesionales, comunidades de expertos virtuales, proveedores tecnológicos que sustituyen al prestador tradicional, etc.
“Estamos ante el final de una era, en la que decimos adiós al servicio hecho de forma artesanal y cara a cara y en la que los servicios son cada vez más estandarizados y, aunque aparentemente impersonales, sí están muy personalizados”, ha apuntado.
Una situación que se caracteriza, ha añadido, por la gran cantidad de información existente y la posibilidad de segmentar y personalizar como, por ejemplo, los servicios de salud con historias clínicas digitalizadas que pueden prestarse de manera remota, pero de forma “muy personalizada, aunque no presencial”.
Para Samaniego se trata de un mundo donde el profesional ha dejado de ser reactivo y de “quedarse esperando” a que el cliente o paciente le visitase, para pasar a ser proactivo y estar centrado en la prevención y anticipación. “En este nuevo entorno los profesionales tenemos que hacer mucho más por menos a nuestros clientes”, ha dicho.
Asimismo ha destacado que el contexto actual del profesional se caracteriza por su adaptación a nuevas formas de comunicar y comunicarse con sus clientes, a la necesidad de dominar y ver la información y los datos como un activo y a una nueva relación con la tecnología. Esto, bajo su criterio, indefectiblemente conduce a una reconfiguración del trabajo en el que muchas tareas que antes hacían los profesionales se desagregan para que las hagan terceros o, incluso, las máquinas, robots u otras soluciones artificialmente inteligentes.
A todo ello, Javier Fernández-Samaniego ha sumado “más patrones y tendencias” que se están dando en la actualidad y que determinan el cambio en el modelo de entender el ejercicio de las profesiones, como que el usuario tiene a su disposición más opciones y alternativas para encontrar soluciones que antes sólo le daba el profesional “tradicional”, lo que, a su juicio, establece como más necesaria aún esa adaptación al cambio que se está produciendo.
“Si una empresa no se reinventa para adaptarse a las cambiantes condiciones del mercado, es muy probable que entre en declive o que sea asumida por aquellos que se adaptan mejor al nuevo entorno”, ha afirmado.
El abogado y mediador internacional ha reconocido que todo este contexto genera una serie de preocupaciones en los profesionales que, entendibles, deben ser, en su opinión, afrontadas, entre otras cosas, con la desmitificación de las profesiones “tal y como las entendemos hasta ahora”.
Así, frente a entender la globalización como “una amenaza”, él aboga por aprovecharla como “una oportunidad” desde el punto de vista, por ejemplo, de que “debemos estar preparados y asumir que los servicios se pueden prestar desde cualquier parte del mundo”, lo que abre a los profesionales nuevos mercados y posibilidades.
Además, ha indicado que en una sociedad de datos, como la actual, “lo que antes estaba cerrado, ahora se abre” y eso unido a que el cliente “cada vez está mejor y más informado” debería llevar a los profesionales a realizar una reflexión de futuro que, entre otros criterios, incluya “adaptarse al cambio para no estar abocados a desaparecer”.