Existe el convencimiento entre los profesionales de las nuevas tecnologías de que ningún robot le quitará el empleo a un ser humano, que ese empleo se pierde ante otra persona que sabe gestionar mejor las habilidades de ese robot Hay profesionales de élite que conciben la tecnología como una amenaza más que como una oportunidad. Consideran que un despacho tradicional es más suntuoso y atractivo que uno digitalizado y con los diferentes canales telemáticos desplegados.
Un informe de la editorial jurídica Lefevbre define cinco factores de cambio comunes en todos los ámbitos observados, como son la globalización y la superación de fronteras que la misma representa; la era de la digitalización en la que vivimos -todo sucede ‘online’, tiempos de Big Data, automatización-; el perfil del nuevo cliente -más tecnológico, informado e internacional, muy sensible al precio, buscador de servicios eficientes e inmediatos-; los cambios legislativos que afectan a la tecnología y a su regulación; y la presencia de nuevos competidores que están cambiando las reglas de juego, como ocurre con el llamado ‘legaltech’.
En un año lleno de incertidumbre por la crisis derivada de la pandemia, la digitalización está demostrando tener un papel fundamental en la supervivencia de las actividades económicas, porque facilitan herramientas que les permiten agilizar y controlar mejor los procesos: desde la gestión de presupuestos y facturas a la optimización de la productividad.
Contar con ordenadores y conexiones a Internet no supone estar digitalizado. Es preciso planificar para ir adaptando las estructuras a asuntos como las migraciones a servicios ‘cloud’, soluciones que integren Inteligencia Artificial; digitalización de la documentación y procesos de firma y operativa: el uso de tecnologías para interactuar de forma eficiente con proveedores y otros operadores; incluso el uso de del ‘blockchain’.