Hablar de brecha de género en algunas profesiones claramente feminizadas como las sanitarias puede parecer hablar de un problema que no existe.
Podemos analizar el ejemplo de la profesión farmacéutica, la que cuenta con mayor porcentaje de mujeres colegiadas entre las profesiones sanitarias, después de Enfermería y Psicología.
En España, 7 de cada 10 farmacéuticos colegiados son mujeres. Se trata de un sector sin apenas paro, con unas condiciones laborales fijadas por convenio y en las que no existe “ningún tipo de brecha salarial” entre hombre y mujeres.
Pero si nos fijamos bien, llama la atención la escasa presencia femenina en puestos directivos. El 70% de los profesionales de la farmacia son mujeres pero solo entre el 18 y 28% ocupan puestos directivos.
En la Consejería de Sanidad de Cantabria, los puestos de Director de Ordenación Sanitaria y el Jefe de Servicio de Ordenación Farmacéutica de la Consejería de Sanidad están ocupados farmacéuticos hombres.
La actual Presidenta del Colegio de Farmacéuticos de Cantabria es solo la tercera mujer en ocupar este cargo en la historia del Colegio. El resto de cargos de las Juntas de Gobierno, están ocupados mayoritariamente por hombres.
No podemos hablar de brecha salarial pero si de una discriminación indirecta que dificulta el desarrollo profesional en ciertos puestos.
Se constata así la existencia del denominado “techo de cristal” o barrera invisible que dificulta verdaderamente a las mujeres, sea de la profesión que sea, el acceso a puestos de responsabilidad.
Hablamos de:
– Barreras por exigencias en cuanto a horarios. Normalmente son puestos con una situación de mayor dedicación profesional y que, además, confluyen con insuficientes medidas de conciliación y escasa corresponsabilidad en el ámbito doméstico de algunos hombres.
– Barreras por la existencia de estereotipos de género, por los que no se asocia a la mujer con capacidad de liderazgo, considerándola una excepción en estos casos.
– Barreras impuestas por los mismos órganos de selección, que tienden a elegir entre las personas candidatas a sus iguales, perpetuándose las diferencias de género.
– Otras veces las barreras nos son autoimpuestas cuando como profesionales las mujeres asumen un rol secundario de acuerdo con estereotipos de género dejando que sean otros compañeros quienes asuman el liderazgo.
Esta situación de las mujeres profesionales muestra una realidad que debe ser corregida.
La experiencia demuestra que las situaciones de desigualdad no tienden a la resolución espontánea. Ni siquiera la existencia de un marco normativo adecuado es garantía para acabar con las situaciones de discriminación.
No sólo son necesarias políticas que fomenten la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres y faciliten la corresponsabilidad en el ámbito privado. Estamos ante una responsabilidad colectiva, que nos implica a todos. Es necesario por parte de todos una reflexión profunda y una modificación sobre los roles femeninos y los masculinos, dentro y fuera de la esfera privada.
Unión Profesional Cantabria es una organización comprometida con la plena igualdad entre hombres y mujeres. El 8 de marzo y todos los días.