El 25 de septiembre hemos celebrado el Día Mundial de la Profesión Farmacéutica, que este año ha llevado el lema “Farmacia: siempre de confianza, al servicio de tu salud”.
No se puede elegir mejor consigna dentro de una cita a nivel internacional, pero sin olvidar dentro de la profesión los graves problemas que atravesamos, derivados por supuesto de la pandemia por la Covid-19. Uno de estos problemas es la desinformación, que nos ha hecho reaccionar también a los farmacéuticos, intentando saber siempre de lo que hablamos, cómo lo explicamos, para buscar, muchas veces sin conseguirlo, sosiego en las personas ante lo que tenemos encima. Nuestro deber como profesionales sanitarios es el de ser los vigías de los ciudadanos.
Estar nosotros siempre de guardia para que el resto pueda ir poco a poco retornando a la vida que teníamos antes de que el COVID Irrumpiera. Nosotros como farmacéuticos y farmacéuticas estamos dispuestos, porque nunca hemos dejado de estar de guardia y en guardia. Lo hemos oído ya muchas veces, pero en el Día Mundial del Farmacéutico, cobra mayor importancia recordar a todas las víctimas del Coronavirus, a sus familiares, a muchos de los cuales conocemos y estamos con ellos en tan difíciles momentos. Igualmente, nos sentimos tremendamente orgullosos del magnífico trabajo de todos los profesionales sanitarios de España. Sabemos que nos queda un largo trecho por recorrer, y los farmacéuticos y farmacéuticas vamos a seguir poniendo todo, absolutamente todo, de nuestra parte.
Hemos fomentado la Farmacia Colaborativa, que supone la cooperación entre farmacéuticos de distintos niveles asistenciales. Hemos creado nuevos lazos entre todos los profesionales de la salud, tomando decisiones de manera conjunta, y utilizando las diferentes especialidades para mejorar la atención a los pacientes, que son los que importan. Desde la misma declaración del confinamiento, los farmacéuticos nunca hemos dejado de prestar asistencia de manera personal y, por supuesto, telefónica. Muchos cántabros, en su mayoría personas mayores y vulnerables, tuvieron los medicamentos en su domicilio, sin dar un paso atrás en lo que forma parte de nuestra identidad profesional: escuchar a los demás. Los farmacéuticos hemos sido fuente de seguridad, cuando había muchas dudas, tristezas, miedos y dolor.
Hemos dispensado medicamentos para los que no hay receta predeterminada. Esos medicamentos son la empatía, la cercanía, la dedicación y la sonrisa. Al lema de este día, siempre confianza, siempre por el servicio a la salud de todos, hay que sumar nuestras reglas de conducta: la capacidad de adaptación, la responsabilidad en el hacer, y la solidaridad como el primero de los grandes valores universales. Por eso hemos sido muy conscientes, desde el primer momento, de que estábamos ante una situación excepcional que requería medidas excepcionales y urgentes, para garantizar la continuidad asistencial y la prestación farmacéutica a toda la población. Nuestra máxima obsesión ha sido, es y será, que ningún paciente se quede sin su medicamento, y que ninguna de las 278 farmacias cántabras cerrara por la pandemia.
No queremos que nuestra cruz verde, rótulo de toda farmacia, se apague nunca. Para lograrlo, nuestra actitud ante la Administración ha sido siempre constructiva, intentando dar una respuesta eficaz y viable a cada uno de los retos que se nos ha planteado, haciendo numerosas propuestas a las autoridades sanitarias, siendo intensamente proactivos para dar soluciones en esta pandemia, tanto en materia asistencial, como social o de salud pública. Por ejemplo, en materia asistencial, aportando un protocolo para la coordinación entre farmacéuticos de hospital, de farmacia y de la distribución farmacéutica, con el fin de que los medicamentos hospitalarios llegaran a los pacientes, evitando así desplazamientos, contagios, presión hospitalaria y costes añadidos al Sistema Nacional de Salud.
El COVID nos tiene en jaque, pero hemos continuado lo ya empezado, con la especial preocupación que albergamos hacia las víctimas de maltrato, y colaborando con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en la detección de personas en riesgo de exclusión social. Porque la farmacia es un agente social de primer orden y durante la crisis sanitaria nos percatamos de la importancia de ayudar a colectivos vulnerables. Hemos tenido también un papel destacado en la custodia y el control de las vacunas frente a la Covid-19, haciendo pruebas desde los laboratorios de análisis clínicos y, más recientemente, una vez que los test de autodiagnóstico han podido dispensarse en las farmacias sin receta médica, indicando a los usuarios qué hacer ante un resultado positivo.
Los farmacéuticos hemos aportado soluciones en materia asistencial, social y de salud pública especiales durante la pandemia, cada uno en nuestro ámbito de actuación, pero sin olvidarnos del trabajo ordinario que desarrollamos habitualmente, dónde también ponemos soluciones.
Somos sanitarios, y eso es ser mucho. Somos farmacéuticos, y eso es ser algo grande, tan grande como la responsabilidad que adquirimos con la sociedad. Nosotros hemos sido siempre fieles a nuestro deber con la salud y el bienestar, especialmente con las personas más vulnerables.
Detrás del medicamento hay mucho más. Estuvimos, estamos y estaremos siempre de guardia. Este es nuestro compromiso.